El precio ha dejado de ser una función del costo para transformarse en un valor para alguien. No cabe duda que el precio es esencial en la estructura de valor de un producto o servicio, y es muchas veces un atributo determinante en la elección por parte del consumidor. No se puede imaginar la política de precios aislada de una política de marketing.
El cliente nunca compra un producto. Por definición, compra la satisfacción de un deseo. Compra Valor. Pero por definición el fabricante no puede producir un valor. Sólo puede elaborar y vender un producto. Por consiguiente, lo que para el fabricante es calidad puede carecer de importancia y ser nada más que un despilfarro y un gasto inútil. Otra razón por la cual, qué es valioso para el cliente, es una pregunta que rara vez se formula se debe al hecho de que los economistas creen conocer la respuesta: el valor es el precio. Es una fórmula engañosa, o quizás incluso errónea.
Empecemos por señalar que el precio no es un concepto sencillo, ni mucho menos. Además, hay otros conceptos de valor que pueden determinar el significado real del precio. Finalmente, en muchos casos el precio es un factor secundario y limitativo más que la esencia del valor.
Hoy podemos decir que en esta economía, todo producto o servicio tiene un precio. No obstante, las organizaciones no siempre saben con precisión cual es el valor que el consumidor está realmente dispuesto a pagar por su producto o servicio. Por otra parte estamos en condiciones de decir que no siempre las organizaciones saben a ciencia cierta cuáles son sus costos en la producción, y cual el monto de beneficios que le garantiza la supervivencia.
18-01-2021