Llegar primero al futuro lleva implícito una nueva visión de la estrategia.
Podemos decir que los últimos 20 años fueron cinco veces más turbulentos que los 80 años anteriores: la irrupción de tecnologías que interconectaron al mundo, los cambios políticos con una nueva generación en el poder, la economía global y la crisis social creciente y ahora en este 2020 con la pandemia, confirma una la formula explosiva, el mundo plantea novedad, diversidad y transitoriedad.
Novedad porque todo lo que vendrá será nuevo o implicará cambios sustanciales; diversidad, porque las estructuras y los límites de las empresas serán cada vez más difusos, porque las soluciones llegaran de respuestas encontradas a los problemas que provengan de otros sectores; transitoriedad porque todo pasa rápido y hacemos que pase mas rápido aún.
Este nuevo mundo plantea conflictos, a través de su interconectividad, de la abundancia de información en tiempo real y sin intermediarios, todo lo cual le da a los hechos interpretaciones y percepciones diferentes.
En este mundo complejo, donde lo que viene no es una proyección del ayer, se requiere de máxima capacidad de abstracción y la estrategia que es pensar, decidir y actuar, debe nutrirse de nuevas perspectivas y formas de percibir el impacto en el futuro de las decisiones que deben tomarse hoy.
Esta visión reconoce que la empresa debe desaprender una gran parte de su pasado para poder encontrar su futuro, aceptando que no es suficiente colocar la empresa en una posición óptima dentro de los mercados existentes, ya que el reto consiste en imaginar los mercados del futuro.
Es una visión que plantea la necesidad de algo más que una planificación gradual, ya que lo necesario es contar con una arquitectura estratégica que proporcione la base para construir las competencias necesarias para dominar los futuros mercados.
21-08-2020